jueves, 17 de febrero de 2011

75° Aniversario de la Revolución de Febrero en Paraguay


La Revolución del 17 de febrero de 1936 fue un acontecimiento sucedido en el Paraguay, después de la Guerra del Chaco. Durante los años del Paraguay independiente se llevaron a cabo más de veinte revoluciones o golpes de estado, las cuales victoriosas o no, cobraron vidas de numerosas personas: algunos cumpliendo el deber que les fue encomendado de defender al gobierno ante cualquier situación que pretenda alterarlo, y otros quienes avizoraban un mejor porvenir para la patria al cual sólo podían acceder por vías bélicas. Las rivalidades político partidarias, las injusticias sufridas por los sectores sociales desprotegidos y las ansias de poder de las Fuerzas Armadas constituían el caldo de cultivo para las conspiraciones y asonadas golpistas más imprevisibles.
Antecedentes
El gobierno que sería depuesto era el constituido por el llamado “Gabinete de la Victoria”, consagrado tras la derrota de Bolivia en la Guerra del Chaco, esto era observado con extrañeza desde el exterior.
Otro hecho que cabe destacar es que el movimiento que tomó el poder estaba apoyado por una amplia gama de sectores sociales, esto incluye a colorados, socialistas, militares, anarquistas, además de la Liga Nacional Independiente que se presentaba como una alternativa política nueva, fuera del bipartidismo imperante. A partir de esta revolución, surgió además la Unión Nacional Revolucionaria en noviembre de 1936 que años más tarde se convertiría en el Partido Revolucionario Febrerista.


Hechos históricos
Eusebio Ayala asumió la Presidencia de la República del Paraguay el 15 de agosto de 1932 mediante traspaso de mando por parte del José Patricio Guggiari durante las primeras semanas de iniciada oficialmente la guerra del Chaco. El nuevo mandatario, conocido por sus actitudes pacifistas no dudó sin embargo en movilizar las tropas, y teniendo como comandante de las Fuerzas Armadas al Coronel José Félix Estigarribia llevó a cabo una campaña bélica que obtuvo buenos resultados en los cañadones chaqueños.
Culminada la contienda chaqueña, el pueblo paraguayo reinstalaba sus reclamos en el ambiente político de la época, los problemas sociales irresueltos que arrastraba la administración liberal solo fueron soslayados entre 1932 y 1935. De ésta manera, acabado el conflicto emergen figuras de distintos sectores sociales reclamando cambios en los rumbos del País: nacionalistas (pertenecientes a la Liga Nacional Independiente), colorados, socialistas, fascistas y militares constituían este sector.
Analizando ciertos aspectos encontramos la situación económica del país que en claro estado de falencia se vio empeorada una vez que los contingentes militares fueron desmovilizados cuando culminó la guerra, llegaban éstos a sus hogares con las manos vacías, sin siquiera una asignación extraordinaria que les permitiera atender sus necesidades más inmediatas. El estado de precariedad económica de la población se deterioró aún más por el alza inmoderada del precio de los artículos de primera necesidad. Estos hechos motivaron la reorganización de las clases trabajadoras en sindicatos que alzaron su voz para urgir los cambios y mejorar la calidad de vida. En el caso de los militares, vivían éstos un periodo de postguerra en absoluta zozobra debido a la falta de víveres para la alimentación, iniquidad en los ascensos y condecoraciones, escaso sueldo y sobre todo la amenaza latente de recibir el famoso “sobre azul” que contenía el documento oficial del pase a retiro del oficial que lo recibiera, sin consideración alguna por los tres años de penurias y sacrificios soportados estoicamente en la guerra. Pero el acabose para estos héroes fue el hecho de que el Gral. Estigarribia haya aceptado una pensión vitalicia de 1.500 pesos oro, cuando lo que se imponía era que lo rechace. En este estado de las cosas no tardaría en llegar un levantamiento armado contra el Gobierno, el cual Efraín Cardozo lo narra así: “El lunes 17 de febrero de 1936 estalló un movimiento revolucionario contra el Gobierno presidido por el Dr. Eusebio Ayala. Los Tenientes Coroneles Federico Wenman Smith y Camilo Recalde fueron llamados para dirigir la acción revolucionaria. A las ocho de la mañana comenzó el tiroteo, El Departamento de la Policía fue atacado con bombas de mortero que causaron gran mortandad. Las fuerzas gubernistas abandonaron el edificio y se replegaron primero sobre el local del Correo y luego sobre el Departamento de Marina. Mientras tanto una por una las Comisarías caían en poder de los revolucionarios. Se luchó durante todo el día. El Presidente Ayala se trasladó al anochecer al “Paraguay”, buque cañonero estacionado en la Bahía. El jefe del mismo capitán de Fragata Báez Pin, pidió autorización para levar anclas y marchar al norte, a fin de buscar contacto con las tropas de Concepción y las del Chaco, que no se habían pronunciado y donde se encontraba desde el día anterior el General Estigarribia. El Dr. Ayala se negó a dar la orden. “Estoy dispuesto a renunciar para evitar mayor efusión de sangre” dijo al capitán Báez Pin. Momentos después subía a bordo el Tte. Coronel Recalde, quien recibió de l Dr. Ayala su renuncia a la Presidencia de la República. Eran las nueve de la noche...”
Dos días después, el Cnel. Rafael Franco, quien había sido deportado a Buenos Aires días antes a raíz de sus intervenciones políticas, vuelve al país en una avioneta del diario “Crítica”, siendo nombrado Presidente de la República ese mismo día por los jefes y oficiales del Ejército y la Marina, reunidos en junta general. El 20 de febrero jura en su carácter de Presidente Provisional del Paraguay. Durante el golpe, el General y Comandante en Jefe de las Fuerzas Armadas José Félix Estigarribia se encontraba en Capirendá, Chaco paraguayo, volviendo a Asunción por vía aérea el miércoles 19 para guardar reclusión en la Departamento de la Policía de la Capital con el ex presidente Ayala. Recibió en ese entonces Estigarribia la visita del Ministro del Interior Gómez Freire quien le indicó que sería fusilado a causa del armisticio que el Paraguay propuso durante la guerra del Chaco después de la batalla de Campo Vía, sin embargo éste no fue su destino. Ambos serían deportados al exterior seis meses después. Al Cnel. Franco correspondía ya entonces cumplir con la difícil tarea de reencausar al país orientándose en el reclamo popular, para esto debería sin embargo dirimir entre las distintas posturas provenientes de variadas extracciones sociales.
La importancia, los propósitos y todo el ambiente socio político que entraña la Revolución de febrero del 36 es comparable con otros dos grandes alzamientos de la historia paraguaya: el de los Comuneros y el de mayo de 1811 que diera la Independencia a este país. El lema febrerista: “por la liberación integral del pueblo paraguayo” nos habla de la voluntad popular de iniciar una nueva etapa donde se puedan reivindicar valores perdidos para el bien de toda la Nación, se trata de un enunciado que pretende dejar atrás una realidad paraguaya por demás dramática, con el patriótico anhelo de recuperación de la plena personalidad de un país libre y soberano.
Las razones que motivaron el alzamiento armado para destituir al gobierno de Ayala son numerosas y sumamente trascendentales. El pueblo, lejos de asumir una actitud conformista y sumisa, alzó su voz y se pronunció fuertemente teniendo como norte nada más que el deseo de una patria más grande, un hogar que lo acoja, un suelo que depare un mañana prometedor para generaciones venideras, nada más que el propio merecimiento como habitantes de una Nación libre y soberana.
Los hombres anhelantes de un mejor porvenir tuvieron en sus manos la posibilidad de cambiar la historia por el bien de la Nación, y no dudaron en tomar la gran decisión. Razones no le faltaban, ya que algunos de ellos habían vivido en carne propia los sinsabores de la indolencia de parte del gobierno de Ayala para con el pueblo.
La situación del país en la postguerra era francamente ruin. Analizando el trato que recibieron los excombatientes solamente encontramos injusticias. La situación que les tocó vivir, hayan sido éstos militares o no, fue un atropello sin parangón a sus personas. El ciudadano común que regresaba de los campos de batalla tras haber detenido y repelido a un enemigo de reconocida superioridad, por el número de sus habitantes, por su potencial económico, por la superioridad numérica de sus fuerzas militares, por su armamento y la composición de su mando, no era el mismo hombre que había abandonado su hogar y sus quehaceres para arriesgar sus vidas en el seco infierno chaqueño. Una nueva conciencia de su valer templaba su espíritu, un nuevo sentimiento de su dignidad y sus merecimientos daban un nuevo sentido a su ciudadanía.
El hecho de haber alcanzado la victoria en una contienda no exime a los mandatarios de cumplir con sus funciones públicas más básicas, se le reputa esta falencia a Ayala y su cúpula, estos brillantes conductores bélicos carecieron de una sensibilidad social que determine un plan de acción para con el pueblo. De esta manera se puede argumentar que la Revolución de febrero del 36 fue concebida con un fin justificable, no se trata de un alzamiento por simple codicia del poder sino de todo un proyecto estructurado y apoyado por la mayoría ciudadana.
Por otro lado, cabe mencionar ciertas situaciones que suscitan opiniones adversas. El gobierno de Ayala se encontraba ya próximo a su culminación, faltándole menos de un año para cumplirse el periodo constitucional. Se debe señalar además el mal trato que recibieron el Dr. Ayala y el Gral. Estigarribia después del cambio de poder. Tuvieron éstos que guardar reclusión durante seis meses hasta poder luego refugiarse en el exterior: el ex presidente con un precario estado de salud y el militar quien hasta fue amenazado de ser fusilado por causas muy discutibles. No es menos importante el hecho que el Dr. Ayala encontró la muerte lejos del suelo patrio. Pero fueron éstas meras situaciones subjetivas, que al momento de sopesarlas no alcanzan a compararse con el nuevo destino que se pretendía dar a la República del Paraguay.
La revolución del 36 es un capítulo más de la sufrida historia del país, sus causas, desarrollo y consecuencias se encuentran fácilmente al hojear los libros de historia. Se rescata el aura patriótica que la envolvió, un clamor de justicia verdadera lejos del conformismo sumiso que acata órdenes sin analizarlas, el pueblo optó por otro camino y no dudó en transitarlo, por esto y todo lo antes expuesto muchos encuentran a la Revolución del 36 justificable en el contexto de todo lo que la historia puede ofrecer sobre el asunto.

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